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EXPERIMENTAK ONOMATOCÁNTICA PERFECTIK



Hace calor, sí, está claro, es verano… pero no por ello vamos a escondernos bajo las sombras sin saber qué hacer hasta que desaparezca el sol. ¡Hay vida antes que anochezca! y el Teatro Alfil tiene abierta su acogedora sala para disfrutar de dos estrenos muy, pero que muy refrescantes. ¿A que era eso lo que esperabas oír?

El primero — por aquello del orden de aparición — es El experimento, producción de Primital Bros, que nos introduce en un misterioso laboratorio donde cuatro humanos — cobayas de laboratorio — son sometidos a diversas pruebas científico-intelectuales que desatan en ellos una reacción un tanto peculiar: cantan. Pero no cantan cualquier canción, no. Cantan a capela, sin más instrumentos que sus voces, canciones representativas de diferentes partes del mundo. Cantan todos los géneros y en un perfecto idioma desconocido — un guachi, guachi de toda la vida —. Coordinan de una manera pasmosa: graves, agudos, altos, bajos, largos, cortos..., y todo ello para dar al público esa ración extra de chispa que deja boquiabierto a más de uno. Son geniales y divertidos tanto en sus interpretaciones semimímicas como en sus actuaciones musicales. Los cuatro personajes en análisis son dirigidos, en lengua inventada, por una voz en off que da las pautas para cada prueba y el pie de a cada actuación.
Cuatro sillas, unas cajas con atrezo sencillo para cada prueba y algún que otro cachivache componen la escenografía. Muy sencilla porque la realidad es que todo lo necesario está en las cuerdas vocales de los protagonistas. Muy bueno es espacio sonoro.
Si te piden cantar o bailar, no puedes decir que no. Ayúdales a pasar su análisis.

El segundo — repito, por aquello del orden de aparición — es ¡Splash! Yllana nos sorprende de nuevo, muy gratamente, con una comedia desternillante válida para todos los públicos. Sí, todos los públicos incluidos niños. ¿Y de qué va? De tres marineros con sus gorritos, sus camisetas rayadas y sus blancos pantalones que se embarcan o desembarcan, según surja, en un mar de aventuras a través de sketches bañados de ese humor hilarante, onomatopéyico y clown que les caracteriza y que hacen que no puedas parar de reír en toda la representación. Las actuaciones, tanto en conjunto como por libre, son realmente fabulosas. Hacen que las escenas, más o menos cotidianas, tengan ese punto de humor bribón, casi surrealista, un poco canalla y guasón. No hay ni un solo segundo de tregua con ellos. A ratos hablan con sonidos, a ratos en inglés, en playback, cacarean, todo un conjunto de mil formas de expresión que entiendes a la perfección — y los niños también —.
La escenografía tan simple como unos paneles de madera que, a veces hacen la función de mar, a veces de barco, a veces de malecón, y otras desaparecen para darle rienda suela a la imaginación. Los efectos luminosos y sonoros, sobre todo en algunas escenas, son fantásticos y sorprendentes.
Y como colofón tienes reservada una sorpresa pero no puedes olvidar coger calcetines a la entrada. ¡Lo más!

¿Dónde, cuándo? Ambos espectáculos se representan a las 20h en el Teatro Alfil. El Experimento lo puedes ver todos los miércoles hasta el 13 de agosto y ¡Splash! el jueves 24, viernes 25 y sábado 26 de julio, esperando que prorroguen.
Apunta: Vir Casanova





EL EXPERIMENTO
Cantactores : (Primital Bros) Santi Ibarretxe, Luis Miguel Baladrón, Íñigo García Sánchez y Pedro Herrero. 
Voz en off :  Ana Morgade 
Dirección: Dani Llull.


¡SPLASH!
Idea, Autor y Dirección: Yllana
Dirección artística: David Ottone
Actores: Guss Cortés, Cesar Maroto, Antonio de la Fuente/Rubén Hernández.
Espacio escénico: Yllana, Diego Domínguez.
Diseño de vestuario: Sol Curiel, José Pastor.
Sonido: Jorge Moreno.
Diseño Iluminación: Héctor Hugo Gutiérrez.
Estructura Escénica: Taylor & May.
Atrezzo: La Faena, Arte y Ficción, Marta, Konkret Estudio.
Realización de Vestuario: Sol Curiel, José Pastor, Dorinda Gómez Cancela.
Diseño Gráfico: Ángelus Imagen Digital.
Fotografías: Julio Moya.
Producción: Ramón Sáez.
Comunicación y prensa: Rosa Arroyo.

COMEDIA, COPLA Y AÑOS 80...

Cartel de la obra
Qué buenos personajes han salido de los bajos fondos del «typical spanish» del que unas veces huimos y al que otras tantas recurrimos atraídos por el morbo de vernos a nosotros mismos como a las caricaturas de la Plaza Mayor. Tenemos referencias incluso ya en cartel como para encontrarnos con algún remake de ¡Ay Carmela!, y a nadie que la viera se le habrá olvidado el Lazarillo de «El Brujo».

Ahora la versión 2.0 del «typical spanish» son las incursiones en los años 80. Y llenan salas, si no que alguien se atreva a dudar si «Espinete existe». Algún día los 80 serán un género en sí mismo… y aquí aparecen, con una mezcla de volantes, hombreras y cardados complejos la obra que nos ocupa; Las Rusas.
Las Rusas es según sus autores, «una comedia negra, un delirio soviético- cañí». Texto de Ana Morgade, presentadora y actriz conocida sobre todo durante su etapa en el late night de Buenafuente, se lanza por primera vez a escribir un texto en su ámbito más cercano, la comedia. Dirige Darío Facal, un dramaturgo conocido de la escena alternativa.
La intención de Las Rusas es hacer un cumplido homenaje a los artistas de medio pelo, esos que sobreviven no de su talento, sino de la esperanza de tener algún día un golpe de suerte que les conduzca al triunfo. Dos hermanas (Ana Morgade y Julia de Castro) y un pianista gallego (Pablo Paz) luchan por mantener a flote su grupo de copla en plena movida madrileña. Suplen la inesperada baja de la tercera integrante del grupo con una prostituta rusa (Paula Galimbeti). La llegada de la rusa, los triángulos amorosos y los secretos, traumas y taras de los personajes se enredan entre sí hasta el desenlace de la comedia, por la que se intercala algún que otro número musical.
Es en estos personajes más que en el argumento donde está la parte más consistente de Las Rusas. Hay mucho de la espontaneidad, el punto fuerte de Ana Morgade, en el texto de Las Rusas.  Su autora ha logrado crear unos personajes entrañables y los actores, Morgade incluida, han encontrado la manera de que emocionen al público. Aunque las situaciones pueden ser más o menos las que el público va anticipando, hay un brillo en el juego entre los actores que logra captar la atención de los espectadores allí donde el ritmo de la trama se desarrolla de forma más lenta.
Por el camino se quedan otros aspectos importantes, como la iluminación y la escenografía, que pagan las limitaciones impuestas por compartir el escenario con otro montaje del Infanta Isabel del que les separan 30 minutos para realizar cambios en la sala.
Las Rusas divierte, provoca la risa y a veces la carcajada, y lo hará sobre todo entre los seguidores de la actriz y guionista y entre los que disfruten con compañías un poco «gamberras» como Impromadrid, Jamming o las recomendables Chirigóticas.