Cartel de la obra |
El
mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación
F.
Nietzche
Nos
hemos ido de Vacaciones en la
Inopia, el lugar donde vive
nuestra pobreza, nuestra miseria, y allí nos instalamos cómodamente,
disfrutando del lamento tanto por lo que poseemos como por lo que no
podemos poseer.
En
esa inopia, el trasgresor autor y director Iñigo
Guardamino compone una miscelánea de textos surrealistas sobre
darnos cuenta; muestra escenas aparentemente sin relación, pero que
poco a poco se componen en nuestro cerebro con un nexo común, eso sí
cada cual con el suyo, porque tiene tantas aristas puntiagudas,
cínicas, extravagantes y oscuras que son varias las interpretaciones
que se pueden dar. Tiempos y lugares diferentes revisan la historia,
la personal y la del panorama mundial, en manos de otros que nos
sirven de espejo y hacen que esta tragicomedia delirante se convierta
en un espectáculo singular.
Una
de la aristas que componen esta explosión de originalidad sobrevuela
constantemente: la idea del judeo-cristianismo como origen del deseo
capitalista que nos subyuga. Religión y poder monetario unidos desde
siempre.
Los
tres clavos de Cristo acontecen rápidamente en una de las primera
escenas para concluir la obra sujetando un mapa como símbolo de lo
que nos mantiene y que quizás deberíamos erradicar. También
desfila San Judas Tadeo, el muro de las lamentaciones en un café del
centro madrileño y referencias a religiones diversas, manifiesto
todas del mismo tronco.
De
fondo, el estado de bienestar capitalista. El benefactor poderoso
mancillando al que desea el bien. En una escena hilarante dos
hombres solicitan dinero y acaban convertidos en elefantes con sus «trompas» fuera, en otra se enseña a una mujer a ser una mendiga
de calidad, en otra se ruega por el último juguete tecnológico,
haciendo lo que sea para conseguirlo.
En
esas lamentables vacaciones hay lugar para una hermandad
judeo-vasca, monólogos de sometimiento, canciones más o menos
afortunadas, conversaciones de absurda profundidad y derroche de
talento actoral. Mucho talento sobre el escenario.
Destaca
Mon Ceballos
explotando a partes iguales su parte dramática y su parte cómica,
ambas igual de intensas y acertadas. La voz y la presencia de Montse
Gabriel que se mide con la dureza dulce y la presencia irónica
de Laura
Maure y el cuarto integrante que compone el cuadro surrealista,
David Aramburu,
que está a la altura en todas las escenas del resto de sus
compañeros.
Vacaciones
en la inopia no es una obra al
uso por lo que la sorpresa está asegurada. El cóctel de poética,
desparpajo, falta de linealidad, mezcla de situaciones heterogéneas,
imágenes poderosas y apertura de diferentes interpretaciones hace
que estés constantemente alerta sobre lo que te cuentan y cómo te
lo cuentan.
Déjense
embaucar en este crucero por un mar de historias, ahora en la Sala
Tu. Les aseguro unas vacaciones distintas.
REPARTO:
MONTSE GABRIEL, MON CEBALLOS, LAURA MAURE, DAVID ARAMBURU.
DIRECCIÓN:
IÑIGO GUARDAMINO
Apunta: Coral Igualador
No hay comentarios:
Publicar un comentario