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Cartel de la obra |
Fígaro
y su esposa Susana acompañan al conde de Almaviva y su mujer en la
huida tras el triunfo de la revolución. Una vez a salvo, Fígaro tratará
de emanciparse y resolver sus conflictos matrimoniales y vecinales al
tiempo que el conde se pierde poco a poco por el camino del lujo
insostenible, el dispendio y la inadaptación a su nuevo estatus.
Un círculo de serrín bajo el esqueleto luminoso de una lona de circo enmarca la acción en El divorcio de Fígaro –un texto de Odön von Horváth adaptado y dirigido por Alfonso Lara–.
Esa frontera física crea una línea permeable que hace posible presentar
y jerarquizar acciones simultáneas y permite al espectador saber a qué
atenerse: lo principal dentro, lo complementario fuera. Es muy
conmovedora la escena en que Fígaro busca su espacio en Villa Gran
Disputa dentro del círculo, mientras el conde dilapida su fortuna fuera.
La
obra se articula en pequeños cuadros que implican saltos temporales y
espaciales muy abruptos, pero el director les da continuidad y sentido
de forma ingeniosa unas veces y poética otras. Gracias al juego de
luces –magistralmente diseñado por Pau Ferrer–, a la atmósfera del humo y a unas transiciones orgánicas bien
ensambladas, el espectador sigue el reloj, se ubica y disfruta
descubriendo. A excepción de estos efectos, en la escena no hay más que
el sillón de barbero de Fígaro y un equipo de excelentes actores. Juan
Antonio Molina encarna un conde que hasta en la degradación final logra
mantener su espíritu aristocrático. Inma Isla crea una comadrona
enérgica y divertida que no quieres que se marche nunca. Manuel Brun
interpreta al guardia de frontera y al encargado del cabaret con la
misma credibilidad. Raquel Guerrero ambienta las transiciones y da
personalidad distinta y verdadera a cinco personajes más. Y más...
Fígaro
muestra las múltiples dimensiones y contradicciones de un carácter
complejo. Toma decisiones difíciles que conllevan riesgos o pérdidas, y
aunque asume las consecuencias, también duda y se reprocha en ocasiones
haber obrado así. Es esto lo que lo humaniza. Sus acciones las endereza
siempre a buenos fines que, si no son de hacer bien a todos, al menos sí
son de no hacer mal a ninguno. Esto es lo que lo convierte en un héroe
creíble ante el espectador. De este modo Fígaro sigue, por fidelidad, al
conde en su destierro, decide después separarse de él y establecerse
autónomamente en virtud de su deseo de independencia, soporta por
necesidad la mediocridad de los clientes, se niega, aludiendo
responsabilidad, a tener un hijo, perdona por amor el engaño de su mujer
y acoge finalmente al desahuciado conde por humanidad.
Nos
gusta mucho este Fígaro ético porque al presentarse como espejo de
héroe humano, nos permite una identificación posible con el bien y
restablece la creencia en que la acción buena y dignificante puede estar
a nuestro alcance.
La
revolución llegó a la mañana siguiente, después del fuego. Fue ahí
cuando hubo que empezar a reestructurar las relaciones de producción y
propiedad, cuando hubo que reparar a los dañados y escarmentar a los
enemigos. El cambio de las banderas y la humillación de los antiguos
ídolos fue parte obligatoria del guion, puesto que nadie negó que
merecieran el escarnio. Bien. Las palabras que definen las verdades
nuevas y las venganzas disfrazadas de justicia pueden seguir su curso.
Nacerán siglas nuevas y los privilegios abolidos engendrarán nuevas
felicidades. Correcto.
No
obstante, la revolución profunda se librará por debajo del arrebato del
vencedor y sus guirnaldas. Su objetivo debería consistir en desterrar
los odios subterráneos y feroces, en aniquilar la impunidad de los que
abusan, en salir a buscar las concordancias.
La Revolución no triunfará hasta que, como Fígaro, perdonemos los agravios y podamos entender Hermano cuando pronunciemos la palabra Hombre.
FICHA TÉCNICA
Adaptación y Dirección - Alfonso Lara
Reparto:
Inma Isla
Juan Antonio Molina
Micaela Quesada
Alfonso Lara/Israel Frías
Raquel Guerrero
1 comentario:
Gracias por haberos enamorado de nuestro Fígaro, al que toda la compañía quiere tanto, por haber observado sus avatares y circunstancias. Por valorar ese trabajo en el que capitaneados por Don Alfonso Lara, nos hemos embarcado con tanto cariño, dedicación y esperanza. Gracias por haberos referido a la luz, cosa poco habitual en las críticas teatrales. No se si mi trabajo es o no magistral (quizá eso sea mucho) lo que si es cierto, es que fue surgiendo desde el más puro Amor.
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