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EN OTRO MUNDO QUÉ HUBIERA PASADO

Cartel de la obra


"Los límites del lenguaje son los límites del mundo".

Tractatus logico-philosophicus
L. Wittgensteisn


Ya conocemos a Fran Calvo e Inma Cuevas, los venimos siguiendo desde hace tiempo, porque nos caen muy bien y porque eligen fenomenal los proyectos teatrales en los que participan. En este caso los hemos visto juntos en la Kubik Fabrik saltarse las leyes de la física clásica en Constelaciones, un drama determinista dirigido por Fernando Soto, y nos han hecho disfrutar de un espectáculo que no es de este mundo.

Nick Payne, el autor de la obra, indaga sobre las posibilidades vitales de dos personas que se encuentran por casualidad en una fiesta, a partir de ahí una sucesión de tiempos paralelos nos muestran qué hubiera pasado en sus vidas si se hubiesen dado otras circunstancias. Pero en verdad, el mensaje que nos llega está muy alejado del libre albedrío del universo. No vamos a detallar el final, por no romper sorpresas, solo apuntar que ante la teoría cuántica de los mundos posibles se posiciona otra, la contraria, la del determinismo físico de la materia.

Apoyando esta idea, Fernando Soto dirige esta propuesta de la mejor manera posible, una sugerente dirección escénica apoyada solo por unos cuantos elementos de atrezo y los zapatos, marcando metafóricamente en cada momento los pasos que deciden las vidas de estos dos protagonistas. Una dirección impecable, que plasma de forma mágica y sencilla la metafísica de la obra. Elementos destacables: el ring, del que no salen los amantes  ―otro símbolo como el de los zapatos―,  el diseño de luces que marca los distintos momentos temporales en los que viven los protagonistas y para finalizar, el plato fuerte, los actores. ¡Qué decir de ellos! Solo que han sabido jugar al máximo un texto dificilísimo que gira al final al drama menos insospechado, que nos hacen empatizar con los protagonistas y que vivimos cada momento de sus vidas como si fuera nuestra propia vida, que es un placer escucharles, reír y sufrir con ellos, que han sabido poner en escena una de las cuestiones filosóficas más candetes de los dos últimos siglos y que encima lo hacen transformando el debate cuántico en obra de arte, que están excelentes y que agradezco (quitando el drama), de forma personal, ese guiño a la decodificación del lenguaje, ese diálogo en lengua de signos ―otro símbolo, la obra está plagada de pequeños detalles que la hacen redonda― que demuestra que hay tantos lenguajes como mundo posibles, y todos ellos válidos para la comunicación de los afectos, los sentimientos y las sensaciones, sin duda, las expresiones del alma humana más inefables.

¡Qué más decir!, poco más, lo único invitar a los espectadores a que disfruten de esta joya teatral en la Kubik y que lo hagan ya porque, por lo menos en este mundo que nosotros habitamos, esto se acaba. Solo quedan dos funciones después de que han prorrogado en junio. Dos funciones el viernes 20 y el sábado 21. No lo olvidéis.

Cuando acabó la función, nosotros no pudimos movernos de nuestros asientos durante un par de minutos. Si pudiera llevarse a cabo esa propuesta ética nietzscheana del eterno retorno de lo bueno idéntico, sin duda Constelaciones (interpretada y dirigida por este equipo) volvería eternamente. Y si yo pudiera elegir qué ser en otro mundo posible me pediría, sin pensarlo, ser alguno de ellos.

 
Apunta: Conchita Piña
 
 
 
 
Ficha Técnica

Texto: Nick Payne

Actores: Fran Calvo e Inma Cuevas

Dirección: Fernando  Soto

Kendosan Producciones

 

TODOS SOMOS YO

Cartel de la obra
¿Qué harías tú si tu belleza se convirtiera en canon de una época? 
Esta es la propuesta de El feo, una obra de Marius Von Mayenburg que retrata en clave de farsa el conflicto de la identidad.
Un investigador afamado feo, muy feo, harto de que le ninguneen en su trabajo y de que su esposa haya aprendido a quererle sin mirarle a la cara, decide acudir a un cirujano plástico para realizarse una operación de cirugía estética. Una operación exitosa que convierte a este feo en todo un galán de cine reportándole el éxito profesional y personal del que antes no gozaba. Pero resulta que a medida que avanza la obra el protagonista va descubriendo que son más los conflictos que le supone esta nueva imagen que los beneficios. Todos quieren tener su cara, todos quieren ser como él, todos en definitiva son él.
Y es desde aquí desde donde surge la verdadera pregunta de la obra, una obra que recurre a un lugar común —la relación belleza-éxito— para hacernos saltar a una reflexión más profunda: ¿qué hace que una persona sea ella misma? Cuando todo el mundo es una copia tuya —y extrapolando el discurso, cuando todos somos iguales o nos comportamos de igual forma; cuando todos pensamos igual, y nos peinamos igual, y compartimos el mismo ocio, y nos gustan las mismas personas— ¿qué es lo que nos distingue?, ¿qué es lo que nos hace únicos? La obra, como toda buena reflexión filosófica no te da la respuesta, pero te abre caminos para pensar sobre el conflicto. A esto, a cuestionarte hasta qué punto es importante la belleza y sus límites, te ayudan los actores, un grupo de «guapos actores» dirigidos muy acertadamente por Paco Montes, que ponen es escena lo mejor de ellos mismos. Rebeca Valls, Fran Calvo, Mario Tardón y Oscar de la Fuente sin recurrir a efectos de maquillaje y jugando todo el tiempo con la farsa y el expresionismo nos exponen solo con sus cuerpos y su voces (sus herramientas actorales) y algún elemento simple de atrezo los distintos personajes tipo que aparecen en la obra. Y esto es lo acertadísimo, en concepto, de la puesta en escena, que lleva al límite el juego que propone la obra: todos son otros, todos doblan personajes. Rebeca Valls, la mujer del protagonista es también todas las mujeres que aparecen en la obra: la enfermera, la vieja jefa de la empresa…; Fran Calvo es el jefe del protagonista, pero también el doctor; Mario Tardón juega a ser el compañero guapo que antes pisaba al protagonista, pero también es el hijo de la vieja jefa, un hijo con peculiares parafilias con su madre y Oscar de la Fuente el feo protagonista que no dobla pero del que todos son copia.
Si acertado es el concepto de la dirección de actores, más lo es la propuesta escénica. Paco Montes, al que ya le seguimos la pista desde hace tiempo, ha sabido jugar con elementos sencillos para la escena pero muy efectistas. Destacamos cómo están trabajadas las transiciones, sin duda una de las claves del éxito de esta propuesta escénica. Seguimos por la escenografía: una camilla, un silla y dos carros de la compra, que se transforman para convertirse en todos los elementos que necesita la obra: una oficina, una sala de quirófano, una azotea…, acompaña a esto una estructura colgante de manzanas que aparte del valor estético juega un papel como signo significativo para la escena. La manzana se convierte así en el objeto de deseo, algo que tienes a la vista pero que no se puede alcanzar y algo que está condenado a deteriorarse en el tiempo. Y finalmente, cerrando lo icónico de la vanidad el fondo de espejo que, en la metáfora más sencilla, representa la multiplicación de imágenes, pero también, y recurriendo al imaginario colectivo teatral, nos remite a los espejos cóncavos valleinclanescos que nos muestran lo más distorsionado, oscuro y feo (por seguir con el juego) del ser humano, y en ese guiño, nos lleva a Alicia a través del espejo en el momento en el que el protagonista se lanza a la búsqueda de respuestas.
Y detrás del espejo qué se encuentra, lo mismo que Narciso en el reflejo del río, porque uno solo es para los otros la imagen que proyecta de sí mismo. Qué sea esa imagen, dependerá, en último término, de lo que queramos ser cada uno.
Esto es lo que nosotros hemos visto en el TDA, pero ¿qué verás tú?

Acércate los viernes y sábados a las 20 h. y los domingos a las 19 h.







Ficha artística

Dirección: Paco Montes 
Actores: Rebeca Valls, Fran Calvo, Mario Tardón y Oscar de la Fuente.