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EN EL MAR DEL DÉBIL

Cartel de la obra
En un mar de plástico navegan Ahmed Younoussi (Mustafá) y Paco Manzanedo (Checa), en un mar virtual y estático transcurre la obra de Alonso de Santos representada en el Teatro Galileo.
La temática del drama inmigrante no ha sido lo suficientemente abordada en el teatro, ni en otras áreas artísticas. El Premio Nacional de Teatro de 1986 se atreve a ello, con una obra de cocción lenta, que en palabras de Alonso de Santos tardó en escribir varios años. El impulsor del teatro independiente en España sigue apostando por la contestación social. Los protagonistas de este drama miran al público y le echan en cara su pasividad, su falta de acción en una escenificación de la realidad cotidiana que se representa a las puertas de nuestras casas.
Mustafá y Checa se sumergen en un diálogo de «muertos de hambre» en un mar oscuro y acechante. Al viaje para salvar la vida en el mar le sigue el mismo ritual en este caso para sobrevivir a las inclemencias de la sociedad que no acaba de darles la bienvenida más adecuada. Son «muertos de hambre» en boca de Checa, un inmigrante ruso que se dedica al contrabando y al cinismo activo. Mientras al otro lado de la barca está Mustafá, el joven para el que «el money lo es todo en la vida». Ambos disertan con el miedo y la angustia de esa vida inducida en su nueva aventura vital. Ambos son las dos caras de la humanidad, la brillante y la sombría.
Alonso de Santos juega con el maniqueísmo del comportamiento humano. Entre el joven marroquí de buenos sentimientos y el curtido ruso atorado en una botella surge una relación incómoda y fortuita que deviene en una necesidad mutua, en una filiación de los débiles. De esos personajes que gusta Alonso de Santos tratar en sus obras utilizando los recursos del teatro clásico hilvanando diálogos a la manera tradicional como si fueran héroes de una tragedia griega que se enfrentan a un enemigo mayor, la rapiña humana caracterizada en este caso por Dani Gallardo y Miguel Barderas, representantes de las fuerzas de seguridad del Estado.
En una noche de estrellas apáticas y cómplices nos sumerge José Luis Ramirez con una iluminación acertada, mientras la escenografía de Mónica Borromelo se salva con dignidad gracias a la proyección del vídeo creado por Bruno Praena.
De esa misma tranquilidad nocturna que nos saca el papel representado por Ahmed Younoussi, bien confeccionado, pero en demasía histriónico, incluso para los que quieran pasar un rato de risas. Contraste radical con la falta de fuerza y coraje de Paco Manzanedo, porque incluso para ser cínico hay que ser dinámico en escena. Ambos actores se conducen por los derroteros extremos de sus personajes, siguiendo en demasía la intencionalidad del blanco y negro de la obra. El director Fernando Soto fuerza exageradamente ese intento de contrastes que al fin de cuentas resulta naíf y poco sugerente, incluso chirriante en los excesos de Dani Gallardo y Miguel Barderas en sus papeles de villanos. Aún buscando el equilibrio entre los protagonistas, Soto pierde la unión de la bisagra y cada uno tira para un lado sin conseguir transmitir el mensaje inicial.

En resumidas cuentas, En manos del enemigo es una obra con buenas intenciones, pero que peca de tenue y desenfocada. Abordar un drama real de tales dimensiones de una manera tan sencilla no es apropiada para el lenguaje teatral que debe de ser más contundente y mediador. Hay que aprovechar las tablas para transmitir un mensaje enérgico y no un mero reproche en labios de un inmigrante ruso descontento con la vida.     




Apunta: Leticia Palomo






Ficha técnica

Dirección: Fernando Soto
Actores:  Ahmed Younoussi , Paco Manzanedo, Dani Gallardo,   Miguel Barderas

















































































EN OTRO MUNDO QUÉ HUBIERA PASADO

Cartel de la obra


"Los límites del lenguaje son los límites del mundo".

Tractatus logico-philosophicus
L. Wittgensteisn


Ya conocemos a Fran Calvo e Inma Cuevas, los venimos siguiendo desde hace tiempo, porque nos caen muy bien y porque eligen fenomenal los proyectos teatrales en los que participan. En este caso los hemos visto juntos en la Kubik Fabrik saltarse las leyes de la física clásica en Constelaciones, un drama determinista dirigido por Fernando Soto, y nos han hecho disfrutar de un espectáculo que no es de este mundo.

Nick Payne, el autor de la obra, indaga sobre las posibilidades vitales de dos personas que se encuentran por casualidad en una fiesta, a partir de ahí una sucesión de tiempos paralelos nos muestran qué hubiera pasado en sus vidas si se hubiesen dado otras circunstancias. Pero en verdad, el mensaje que nos llega está muy alejado del libre albedrío del universo. No vamos a detallar el final, por no romper sorpresas, solo apuntar que ante la teoría cuántica de los mundos posibles se posiciona otra, la contraria, la del determinismo físico de la materia.

Apoyando esta idea, Fernando Soto dirige esta propuesta de la mejor manera posible, una sugerente dirección escénica apoyada solo por unos cuantos elementos de atrezo y los zapatos, marcando metafóricamente en cada momento los pasos que deciden las vidas de estos dos protagonistas. Una dirección impecable, que plasma de forma mágica y sencilla la metafísica de la obra. Elementos destacables: el ring, del que no salen los amantes  ―otro símbolo como el de los zapatos―,  el diseño de luces que marca los distintos momentos temporales en los que viven los protagonistas y para finalizar, el plato fuerte, los actores. ¡Qué decir de ellos! Solo que han sabido jugar al máximo un texto dificilísimo que gira al final al drama menos insospechado, que nos hacen empatizar con los protagonistas y que vivimos cada momento de sus vidas como si fuera nuestra propia vida, que es un placer escucharles, reír y sufrir con ellos, que han sabido poner en escena una de las cuestiones filosóficas más candetes de los dos últimos siglos y que encima lo hacen transformando el debate cuántico en obra de arte, que están excelentes y que agradezco (quitando el drama), de forma personal, ese guiño a la decodificación del lenguaje, ese diálogo en lengua de signos ―otro símbolo, la obra está plagada de pequeños detalles que la hacen redonda― que demuestra que hay tantos lenguajes como mundo posibles, y todos ellos válidos para la comunicación de los afectos, los sentimientos y las sensaciones, sin duda, las expresiones del alma humana más inefables.

¡Qué más decir!, poco más, lo único invitar a los espectadores a que disfruten de esta joya teatral en la Kubik y que lo hagan ya porque, por lo menos en este mundo que nosotros habitamos, esto se acaba. Solo quedan dos funciones después de que han prorrogado en junio. Dos funciones el viernes 20 y el sábado 21. No lo olvidéis.

Cuando acabó la función, nosotros no pudimos movernos de nuestros asientos durante un par de minutos. Si pudiera llevarse a cabo esa propuesta ética nietzscheana del eterno retorno de lo bueno idéntico, sin duda Constelaciones (interpretada y dirigida por este equipo) volvería eternamente. Y si yo pudiera elegir qué ser en otro mundo posible me pediría, sin pensarlo, ser alguno de ellos.

 
Apunta: Conchita Piña
 
 
 
 
Ficha Técnica

Texto: Nick Payne

Actores: Fran Calvo e Inma Cuevas

Dirección: Fernando  Soto

Kendosan Producciones