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Cartel de la obra |
Esta es la propuesta de El feo, una obra de Marius Von Mayenburg que retrata en clave de farsa el conflicto de la identidad.
Un
investigador afamado feo, muy feo, harto de que le ninguneen en su trabajo y
de que su esposa haya aprendido a quererle sin mirarle a la cara,
decide acudir a un cirujano plástico para realizarse una operación
de cirugía estética. Una operación exitosa que convierte a este
feo en todo un galán de cine reportándole el éxito profesional y
personal del que antes no gozaba. Pero resulta que a medida que
avanza la obra el protagonista va descubriendo que son más los
conflictos que le supone esta nueva imagen que los beneficios. Todos
quieren tener su cara, todos quieren ser como él, todos en
definitiva son él.
Y
es desde aquí desde donde surge la verdadera pregunta de la obra,
una obra que recurre a un lugar común —la relación belleza-éxito—
para hacernos saltar a una reflexión más profunda: ¿qué hace que
una persona sea ella misma? Cuando todo el mundo es una copia tuya —y
extrapolando el discurso, cuando todos somos iguales o nos
comportamos de igual forma; cuando todos pensamos igual, y nos
peinamos igual, y compartimos el mismo ocio, y nos gustan las mismas
personas— ¿qué es lo que nos distingue?, ¿qué es lo que nos
hace únicos? La obra, como toda buena reflexión filosófica no te
da la respuesta, pero te abre caminos para pensar sobre el conflicto.
A esto, a cuestionarte hasta qué punto es importante la belleza y
sus límites, te ayudan los actores, un grupo de «guapos actores»
dirigidos muy acertadamente por Paco Montes, que ponen es escena lo
mejor de ellos mismos. Rebeca
Valls, Fran Calvo, Mario Tardón y Oscar de la Fuente
sin recurrir a efectos de maquillaje y jugando todo el tiempo con la
farsa y el expresionismo nos exponen solo con sus cuerpos y su voces
(sus herramientas actorales) y algún elemento simple de atrezo los
distintos personajes tipo que aparecen en la obra. Y esto es lo
acertadísimo, en concepto, de la puesta en escena, que lleva al
límite el juego que propone la obra: todos son otros, todos doblan
personajes. Rebeca
Valls,
la mujer del protagonista es también todas las mujeres que aparecen
en la obra: la enfermera, la vieja jefa de la empresa…; Fran
Calvo
es el jefe del protagonista, pero también el doctor; Mario
Tardón
juega a ser el compañero guapo que antes pisaba al protagonista,
pero también es el hijo de la vieja jefa, un hijo con peculiares
parafilias con su madre y Oscar
de la Fuente
el feo protagonista que no dobla pero del que todos son copia.
Si
acertado es el concepto de la dirección de actores, más lo es la
propuesta escénica. Paco Montes, al que ya le seguimos la pista
desde hace tiempo, ha sabido jugar con elementos sencillos para la
escena pero muy efectistas. Destacamos cómo están trabajadas las
transiciones, sin duda una de las claves del éxito de esta propuesta
escénica. Seguimos por la escenografía: una camilla, un silla y dos
carros de la compra, que se transforman para convertirse en todos los
elementos que necesita la obra: una oficina, una sala de quirófano,
una azotea…, acompaña a esto una estructura colgante de manzanas
que aparte del valor estético juega un papel como signo
significativo para la escena. La manzana se convierte así en el
objeto de deseo, algo que tienes a la vista pero que no se puede
alcanzar y algo que está condenado a deteriorarse en el tiempo. Y
finalmente, cerrando lo icónico de la vanidad el fondo de espejo
que, en la metáfora más sencilla, representa la multiplicación de
imágenes, pero también, y recurriendo al imaginario colectivo
teatral, nos remite a los espejos cóncavos valleinclanescos que nos
muestran lo más distorsionado, oscuro y feo (por seguir con el
juego) del ser humano, y en ese guiño, nos lleva a Alicia
a través del espejo en
el momento en el que el protagonista se lanza a la búsqueda de
respuestas.
Y
detrás del espejo qué se encuentra, lo mismo que Narciso en el
reflejo del río, porque uno solo es para los otros la imagen que
proyecta de sí mismo. Qué sea esa imagen, dependerá, en último
término, de lo que queramos ser cada uno.
Esto
es lo que nosotros hemos visto en el TDA,
pero ¿qué verás tú?
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