ARIADNA EN SU LABERINTO

Cartel de la obra
Qué gusto da ver obras tan bonitas; aún con todo su drama, con toda su dosis de hiperrealidad de tocarte la fibra, aún con todo eso, se puede decir bonita de ver, de sentir, de disfrutar. Qué hermosas son esas obras que te sacan a la calle con los sentimientos trastocados, con los ojillos temblones de la emoción y con el pechete aún henchido de aguantar la respiración. Esto nos ha pasado con la llegada a la escena madrileña de la obra del prolífico autor Fernando J. López, Los amores diversos, un maravilloso texto interpretado bellísimamente por Rocío Vidal y dirigido con un gusto exquisito por Quino Falero. Y es que un equipo tan grande solo puede darnos una puesta en escena formidable. Una labor, por cierto, nada fácil por la complejidad que tiene un texto tan personal, tan de hablar solo entre tus propios fantasmas, de decir en alto las palabras acalladas por el miedo a ese dichoso enfrentamiento con tu propia realidad, con tu propio yo; ese miedo a ese rechazo ilógico por ser diferente, en comparación con no sabemos qué; por pensar y sentir diferente a un pensamiento estipulado. Es una labor nada fácil, también, por la complejidad en la ejecución e interpretación que tiene que llevar a cabo Rocío Vidal. Rocío trabaja su personaje de tal modo que evita que el dramatismo más álgido de algunas escenas no alcance ese grado desagradable de «pena mora», de martirismo exacerbado sin sentido. Y ha trabajado tan bien el personaje que no puedes ver nada más que a Ariadna. Esa Ariadna que se bate en un duelo dialéctico con la sombra de un padre recién muerto y a pocas horas de ser enterrado. Ella vuelve a esa isla de Naxos que es el despacho-biblioteca de ese padre con la excusa de buscar entre sus papeles y libros un retazo literario que leer en el funeral. Ariadna busca como excusa pero se encuentra con todo su pasado, ese pasado que está marcando significativamente todo su presente. Ese pasado subyugado, desde la cuna, a la inmensidad literaria de un padre engrandecido de pedantismo, transmisor silencioso de culpas propias, al que Ariadna le reprocha, ya tarde, y se enfrenta a su fantasma a través de la literatura; remueve, se sumerge, se arropa en los libros que ese padre obligó, por petulancia, a engullir, a asimilar sin un solo ápice de amor. Ariadna, a pesar de todo, le admiraba y le disculpaba. Y en esta noche trágica, Ariadna se ve empujada a un mar de letras que parece que le crean confusión, que no termina de asimilar. Se debate entre su ser, su estar ahora y su bienestar y, como si de un ave Fénix se tratara, resurge de entre sus cenizas y se entrega, sin más, a la vida encontrando la puerta de salida de este poético laberinto en el que su padre, ahora muerto, la sumergió.
Ariadna te descubrirá el sentido de Los amores diversos en el Off del Teatro Lara todos los lunes a las 20:15h.
Y si te gusta mucho la función, puedes comprar el texto, editado Antígona.

«La vida no trata de encontrarte a ti mismo, la vida trata de crearte a ti mismo». George Bernard Shaw


Apunta: Vir Casanova







Intérprete: Rocío Vidal
Voz en Off: Ángel Amorós
Escenografía y Vestuario: Mónica Boromello
Iluminación: Cía. De la Luz (Daniel Alcaraz / Libe Aramburuzabala)
Espacio Sonoro: Mariano Marín
Diseño Gráfico y Fotografía: Zandizant
Prensa y Comunicación: Josi Cortés Comunicación
Distribución: Mara Bonilla
Producción: Rocío Vidal
Autor: Fernando J. López

Dirección: Quino Falero

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