¿Cuánto pesas?
¿Cómo te llamas?
¿Qué edad tienes?
Estas preguntas se
repiten a lo largo de la obra El arte de la entrevista que, como su propio nombre indica, se estructura como una entrevista de una hora y
media en la que se van intercambiando entre los cuatro personajes la
función de entrevistado y entrevistador, cambiando su posición de privilegio según estén a un lado u otro de la cámara. De esta forma
se van desgranando los secretos de tres generaciones de mujeres de
una misma familia y de un personaje tangencial a esta: un fisioterapeuta especializado en la tercera
edad que cuida de la abuela de la casa.
La obra
mantiene la estructura clásica de unidad de acción, tiempo y lugar ejemplificada en un día en
la vida de una familia donde saldrán a la luz algunos secretos que han
permanecido ocultos mucho tiempo.
Tres mujeres,
tres generaciones y formas de enfrentarse a una misma situación, en este caso, una
ingenua entrevista para una clase de filosofía de la más pequeña de la casa.
Toda la obra
es una excusa para hablar sobre los límites de la entrevista, los puntos de
vista, la responsabilidad moral del que pregunta y las consecuencias derivadas
de lo que se inquiere. Esto es lo mejor de la obra, esto y cómo se plasma en
algunos momentos de la puesta en escena. Los personajes van ocupando su lugar
en un lado u otro de la cámara en función de lo que en cada caso necesitemos
saber de cada uno. Este es el acierto de la puesta en escena. El resto, una
pura excusa que sirve para medio justificar esta historia.
La obra
arranca con muchas pretensiones, pero a medida que avanza la trama se va
desinflando el interés por el argumento, lo único interesante: el recurso menos
realista de la obra (cómo los personajes se van enfrentando a su relación con
la cámara). Lo mismo sucede con las interpretaciones que van perdiendo
intensidad y parece que los caracteres de los personajes se desdibujan conforme
avanza el relato. Actitudes incoherentes de algunos personajes y una conclusión
poco justificada una vez que se resuelve el misterio familiar.
Los actores
están y no están a ratos. A destacar, sin duda, la interpretación de Luisa
Martín y a revisar la de Ramón Esquinas tanto en dirección como en actitudes
textuales. Es el personaje más difícil de encajar en la obra, porque tampoco se
justifica mucho su aparición en el desarrollo de la trama. Aunque ya se sabe
eso que se dice de los personajes, que todos están puestos ahí para algo. En
este caso, al personaje de fisioterapeuta habría que preguntarle su “porqué”. La
hija que es a la vez nieta, a la que pone voz y cuerpo la actriz Elena Rivera, defiende
su papel desde una ingenuidad que no sé si es la acertada y no deja que aflore toda la dimensión del personaje. Y finalmente, la
abuela, Alicia Hermida, que lleva su personaje a un lugar que se apoya más en el
cliché que en la interpretación
realista: ¿está enferma, juega a hacerse la
enferma? Esto no queda claro en la obra. Un pequeño tirón de orejas al
director Juan José Alfonso que, a mi gusto, no ha sabido enfocar adecuadamente este texto de
Juan Mayorga, que parece que aún está por revisar.
Pero a pesar
de esto, la obra tiene una muy buena intención en cuanto a la búsqueda que propone
(investigar sobre el arte de la entrevista) y te lleva a cuestionarte en algún momento, qué
preguntarías tú o que no te gustaría que te preguntaran en determinadas situaciones. En realidad, El arte de la entrevista es una clase de periodismo que se nos da desde el escenario a la que muchísimas de las personas que aparecen en la televisión deberían asistir. ¡Cómo cambiarían nuestras pantallas catódicas!
¿Has ido a ver
El arte de la entrevista? ¿Vas a ir a
verla?
Aún estás
tiempo en el Teatro
María Guerrero hasta el 13 de abril.
REPARTO:
EQUIPO ARTÍSTICO:
Juan José Afonso (Dirección)
Elisa Sanz (Escenografía y vestuario)
Carlos Alzueta(Iluminación)
Marc Álvarez (Música)
Laura Ortega (Ayudante de dirección)
Esperanza Santos (Diseño de Cartel)
marcosGpunto (Fotos)
Paz Producciones (Videoclip)
Producción Iraya Producciones
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