EXQUISITA PRIMERA PARTE

Cartel de la obra
Buscaré lo que es humilde y pondré las raíces de mi identidad allí:
todos los días despertaré y encontraré lo humilde cerca.

Archie Randolph Ammons


Tuve la ocasión de ver a Borja Roces en esta apuesta personal que se debía a sí mismo hace un año. Ahora vuelve a la Sala Bululú, los domingos a las 19:30.
Su apuesta se llama Pequeño Defecto de Fábrica y forma parte de una trilogía de la que ya hay también segunda parte y una próxima en ensayos.
Ya he reseñado la gran elegancia de este autor y actor en el escenario cuando vi la puesta en escena de Encrucijada, que forma parte de su trilogía y que podrán ver los dos últimos domingos de febrero en Bululú.
Puede parecer que cuando un autor se debe algo a sí mismo le va a importar muy poco el público al que va dirigido; nada más lejos de la realidad: Borja trabaja para y por el público. Su gran monologo es un repaso a la idiosincrasia de cada uno, un canto a lo que somos en retazos de imperfección desde una voz muy personal que hace eco de cada alma. El es feliz en un escenario, es su trabajo. Es el feliz haciendo participe al público de lo que quiere contar, es su virtud.
Pequeño Defecto de Fábrica trata con exquisitez de maestro de rituales teatrales: la soledad, la fragilidad, lo vulnerable que nos cuesta mostrar y la identidad que nos confieren los demás.
Es cierto que su propuesta teatral es difícil de clasificar porque es una mezcla de poesía visual, de corporalidad y de textos teatralizados. No por ello deja de ser teatro, teatro del cuidado, del de calidad, del que no te deja indiferente. Hay un par de fragmentos que se me quedaron hace un año en la retina y en la memoria, y que ahora refrescando su visión pasado un tiempo han vuelto a tener el mismo impacto: la destrucción envasada en botellas de vino que el actor digiere sin consideración y un fragmento de La Vida es Sueño que cobra una importancia de realidad vivida.
Pequeño Defecto de Fábrica consigue en el espectador, al igual que Encrucijada, un efecto hipnótico. Hace que el tiempo pase sin darnos cuenta, que sientas en tu piel lo que te narra el actor, que te mimetices con la sencillez de sus armónicos movimientos y que te involucres en las bandas sonoras de muchas vidas, resumidas en una parte de la suya.
Acompañar a Borja en su andadura teatral es un verdadero placer. Sus propuestas son de gran calidad textual y actoral. Nunca te dejan tibio. Siempre aprendes, sientes cosas nuevas y su sentido del humor es un canto a la esperanza.
Apunta: Coral Igualador








Intérprete: Borja Roces
Dirección y textos:Borja Roces
Iluminación: Alicia Rodríguez












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