Cartel de la obra |
Toda
dictadura, sea de un hombre o de un partido, desemboca en las dos
formas predilectas de la esquizofrenia: el monólogo y el mausoleo.
Octavio
Paz
¿A
que huelen las dictaduras? El texto de David
Desola La
Nieta del Dictador,
dirigido por Roberto
Cerdá, nos adentra en ese olor nauseabundo que destilan los
regímenes totalitarios y sus consecuencias de crímenes, torturas,
violaciones y otras barbaries.
¿Cómo
se personifica ese olor? En el olfato de la nieta de un dictador que
regresa después de varios años de exilio lujoso a ver a su anciano
abuelo, el padre de la patria, que vive encerrado en su palacio
aquejado de una enfermedad que lo mantiene casi en estado vegetativo.
Ella
es la voz que desde su posición de nieta de ese, endeble viejito que
apenas se mueve, habla descubriendo en su discurso todas las
atrocidades que va conociendo a través de las informaciones del
exterior. Cada semana visita a su abuelo para cuidarle y leerle
novelas del oeste y en el monologo a un interlocutor en silla de
ruedas que solo emite el sonido del ahogo, se percibe el transito del
amor al desprecio.
El
militar ancianísimo esta interpretado con la sutileza y la pericia
actoral que dan los años y la profesionalidad por Ramón
Pons, que con leves gestos y breves palabras, mas allá de su
agonía de enfermedad, demuestra toda la autoridad y soberbia que un
día caracterizo al militar.
La
nieta, ahora interpretada por Lidia
Otón, es una mujer con gran presencia escénica, fuerte y
señorial pero con una inocencia en su voz y en su decir que refleja
a un personaje sin muchas luces, cuya cabeza no alberga demasiadas
cosas, pero si las importantes y básicas.
Un
monologo escalofriante, en el que la transformación de la nieta a
través de los acontecimientos vividos entre semana y semana que
visita a su añorado abuelito, se palpa en su progresión de
intenciones y carácter.
Una
función donde el desarrollo se sustenta en la premisa de darse
cuenta; caer en lo profundo del dolor y ver cómo la nieta convierte
su idílica idea de la familia en una certeza de vivir atrapada entre
viles asesinos y ladrones. El duro despertar de un cerebro mermado a
la realidad de que el abuelo, que secuestraba a un colegio de niños
para que jugaran con ella en ese palacio blindado de poder, es un
torturador impune.
La
nieta comienza con total puerilidad no aguantando, el olor a cerrado
y enfermedad que rodea al abuelo, para terminar revelándose contra
ese olor que no es más que el de las muertes y desapariciones que
carga a sus espaldas el dictador.
Un
final donde la nieta se erige como vengadora de todas la victimas
abriendo una ventana para que el olor se vaya. La lluvia, el llanto y
el sonido de la voz de la conciencia ciudadana reclamando, como
símbolo de limpieza de la afrenta, atormentando los últimos
momentos de vida del que ordenó la desolación y muerte de su
pueblo.
La
dirección de puesta en escena es desigual por momentos, haciendo que
las transiciones sean algo pobres y solventándolas con proyecciones
sobre las dictaduras. A veces, los bajos presupuestos que se manejan
en el teatro hacen que estas puestas en escena carezcan de elementos
que las podrían acompañar con más eficacia. En cuanto a la
actuación se transmite con credibilidad los momentos de progresión
de los personajes, confiriendo a los actores unos personajes veraces
y contundentes.
Esta
obra comprometida, con un texto atractivo e interesante, actualmente
se puede ver en El Sol de York,
de jueves a domingo a las 20:30.
Ficha
artística y técnica:
Texto: David
Desola
Dirección: Roberto Cerdá
Adjunto a la dirección: Tolo Ferrá
Dirección: Roberto Cerdá
Adjunto a la dirección: Tolo Ferrá
Intérpretes: Lidia
Otón y Ramón Pons
Composición musical: Fernando Egozcue
Banda sonora: Mariano Marín
Vestuario: Alberto Valcárcel
Iluminación: Roberto Cerdá
Escenografía: Susana de Uña
Realización de escenografía: Pablo Pérez
Producción: Josechu López de Calle / Carmen Ruiz / Mayte Ortega / Javier Quintas
Composición musical: Fernando Egozcue
Banda sonora: Mariano Marín
Vestuario: Alberto Valcárcel
Iluminación: Roberto Cerdá
Escenografía: Susana de Uña
Realización de escenografía: Pablo Pérez
Producción: Josechu López de Calle / Carmen Ruiz / Mayte Ortega / Javier Quintas
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