Cartel de la obra |
La flaqueza del bolchevique es la flaqueza de una sociedad en crisis. El capitalismo feroz que preserva los privilegios de unos pocos a costa de la explotación laboral de la mayoría se esconde detrás de esta historia de pérdidas y pasiones. Adolfo Fernandez es Pablo, un personaje complejo, cuyas obsesiones y contradicciones arrojan al espectador a una montaña rusa de sentimientos encontrados. Un hombre que odia todo cuanto le rodea, con un lenguaje soez, clasista y machista, al que solo le salva su honestidad y su capacidad para reírse de sí mismo.
A medida que se van desarrollando los acontecimientos, este ser inicial casi despreciable se va desdibujando. Todo comienza un lunes cualquiera, un despiste y Pablo choca con el coche de Sonsoles, a partir de ahí todo se precipita. Sin saberlo, esta mujer se convierte en objeto de las obsesiones devastadoras de Pablo hasta que se cruza en su camino su hermana pequeña, Rosana.
Susana Abaitua interpreta a una Rosana que deslumbra al espectador desde el primer momento, un potente personaje que atrapa por su frescura y su espontaneidad. Una magnífica combinación de fuerza y calidez, aunque su desbordante sensualidad choca con la visión cándida de la inocente adolescente que nos dibuja el personaje masculino.
El lenguaje teatral nos permite acompañar al protagonista en todo su relato interior, a través de un dramático e hilarante monólogo que retrata a un personaje hundido en el hastío de un mundo capitalista y cruel en el que se siente atrapado por sus propios errores. Los miedos y las contradicciones contadas en primera persona nos ayudan a entender al odioso personaje inicial, que es rescatado por la inocencia de una joven alejada de toda esa locura. Ella encarna la esperanza de que otro mundo es posible, de que quizá no todo está aún perdido…
La escenografía (José Ibarrola), la música (Mariano Marín)y la iluminación (Pedro Yagüe) contribuyen de forma decisiva a crear e intensificar los distintos espacios y estados de ánimo de Pablo, a medio camino entre lo real y lo onírico.
Esta adaptación del texto original resuelve con cierta solvencia la reducción de personajes que aparecen en la novela. Los dos únicos personajes en escena sustentan la tensión dramática de una forma excepcional, pero el vertiginoso y dramático desenlace final de esta adaptación deja en el espectador la sensación de haberse perdido una parte de la historia.
Ahora ya tenéis dos opciones, leer la novela y luego ir a verla al teatro Lara o viceversa.
FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
Reparto: Adolfo Fernández y Susana Abaitua
Autor: Lorenzo Silva
Adaptación: David Álvarez
Dirección: Adolfo Fernández y David Álvarez
Diseño de escenografía: José Ibarrola
Iluminación: Pedro Yagüe
Sonido y música original: Mariano Marín
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