Cartel de la obra |
Cuando
hablamos de libertad —tan desgraciadamente popular en estos días
que corren— no podemos dejar de lado el compromiso que conlleva. La
libertad no es un acto que se pueda tomar de manera poco responsable
sin su dosis de moral y ética. Todo lo contrario. La libertad es un
privilegio, un bien individual y colectivo, del que todos los seres
humanos deberíamos gozar pero que por circunstancias sociales,
políticas, económicas, morales, educativas…, no podemos disfrutar
plenamente. Es un bien valioso, buscado, a veces mal usado pero
siempre necesario. Y el poder que da la libertad está por encima de
todos los poderes existentes. Y en esta cuestión, nos topamos con el
mal uso de la libertad y punto clave de la obra La
isla de los esclavos
del dramaturgo francés Pierre de Marivaux, segundo montaje que pone
en escena la compañía Venezia
Teatro
bajo la esmerada, excelente y delicada dirección de José Gómez.
La
historia comienza tras un naufragio en el que dos nobles atenienses y
sus respectivos esclavos
van a parar a una isla: La isla de los esclavos. Allí les recibe un
habitante que les insta a cambiarse los roles para poder salir ilesos
de la isla. Así el esclavo será amo y el amo esclavo y, de este
modo, curar el abuso de poder que ejercen los amos sobre sus
esclavos. Parece sencillo, ¿verdad? Pero el cambio de roles hace que
los esclavos, libres, no sepan como gestionar el bien ganado y lo más
sencillo es la imitación, lo que conocen como libertad, el abuso de
poder… Y vuelta a empezar.
José
Gómez ha conseguido con su montaje obligarnos a no pasar solo un
rato en el teatro sino que volvamos a nuestros quehaceres con un
toque de atención sobre temas tan antiguos y contemporáneos como la
libertad, el poder y la democracia. Se ha valido para ello de una
puesta en escena sencilla pero muy significativa, llamativa y sobre
todo conceptual donde el único elemento es un círculo de
cuadrículas blancas y negras simulando un tablero de ajedrez que
representa la isla. Porque, al fin y al cabo, lo que se juega en esta
obra es el arte de la estrategia para impulsar un cambio. El ponerse
en el lugar del otro para disfrutar de la libertad siendo un esclavo
y viceversa y así, hacer que la libertad sea un deber y un derecho a
partes iguales. Pero la libertad es grande y el poder que da la
libertad, mal usado, genera mucha ambición y deseos de dominio,
perdición de la humanidad desde tiempos remotos.
Los
personajes,
enfundados en unos trajes blancos y negros, según su rango, de una
estética preciosa, están brillantemente representados por el elenco
de Venezia Teatro. Destacan por su elegante pose en escena —por
cierto, guapísimos todos—, su magnifica dicción y, sobre todo,
por su manejo excepcional de todas sus herramientas interpretativas.
Hacen tal ejercicio de asimilación del personaje que todo lo que
expresan, oral y gestualmente, lo trasmiten de verdad. Y al público
no nos queda más que respirar flojito para no enturbiar la grandeza
del bello trabajo que realizan. La arrogancia, el agobio, la sorna,
la farsa, la tristeza, la alegría, la ira, todos los estados de
ánimo se reflejan a la perfección en sus miradas, en sus
expresiones, en sus tonalidades vocales. Qué alegría y que suerte
poder disfrutar de este arte.
Solo
tienes dos oportunidades más para poder deleitarte con esta
maravillosa puesta en escena. Nave
73
la tiene programada los domingos a las 19h hasta el 25 de enero.
Después del festín navideño no hay nada mejor que la satisfacción
que produce el buen teatro.
«El
hombre es la criatura más libre que conozco… Lástima que siempre
lo encuentre encadenado». Friedich Nietzsche.
Apunta: Vir Casanova
@Vir_Casanova
Ficha
artística y técnica:
Autor:
Pierre de Marivaux
Elenco:
Iris Díaz, Ana Mayo, Borja Luna, Javier Lago y Antonio Lafuente
Escenografía
y Vestuario: Sara Roma
Guía
Didáctica: Marta Cobos
Diseño
de Luces: Marta Cofrade
Gestión
de Público: Jaime Pintor
Ayte.
de Dirección: Paloma Rodera
Dirección:
José Gómez
Producción:
Venezia Teatro
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