El
viaje más largo es el que se hace
hacia el interior de uno mismo.
Dag
Hammarskjöld
Es
un atrevimiento cuanto más osado el escribir sobre La
quinta estación del Puto Vivaldi,
un atrevimiento que reviste la misma complejidad que el titulo. Voy a
intentarlo. Pero este yo que escribe ahora es diferente al yo que
vio el estreno, o al que se lo conto a un amigo, o al que intenta
recordar como iba vestido el actor.
Mi
intento es desde este yo , que no se muy bien cuál es, al igual que
le pasa al veterano de todas las batallas en escena, y al no tener
clara conciencia los revisa poniéndonos al público como testigo y
como cómplice. Tantos yoes,
tantos capitanes que nos dirigen –incluida la patata– hace que
vivamos en una suerte de universo esquizofrénico, obsesivo
compulsivo, al que según el hombre vestido de aviador solo le da
sentido el amor.
Un
rincón del escenario acoge a un ser curtido, vestido de aviador como
un viajero de altos vuelos, ya caído, buscando en el interior del
hombre, de la humanidad. El veterano está iluminado por la pobreza
de una bombilla y de vez en cuando echa tragos de agua o de alcohol,
porque hacer semejante revisión verbal reseca la garganta y creo que
hasta el alma.
Él
necesita hablar de su universo –léase el universo con sello propio,
original e identificable de CarlosAtanes– y así lo hace, sin parar, con la sonoridad de lo
indescifrable que se ha ocultado en un rítmico texto que encierra
angustia, metafísica, soledad, ironía y una suerte de locura
colectiva revisando las múltiples personalidades que «soy
cuatro y soy ciento»
poseídas por el que habla sin parar.
La
acción se basa en el movimiento sonoro de la palabras dicha,
redicha, conjugada y, en ocasiones, con voces en off ecolalicas. Por
tanto en esta puesta el ejercicio de poema sonoro escrito por Atanes
contiene en si la función.
Como
la palabra es la protagonista, Marta Timón, dirige a un actor que
hace de la palabra una religión: Joaquín
Hinojosa.
Ellos
tres bajo una luz tenue, porque el sabor de la propuesta es obscuro,
y en un lugar que representa la desolación y la intimidad se han
unido para convertir esas palabras en una arenga a veces
indescifrable, a veces cacofónica y a veces exhortativa, pero sobre
todo poética.
Entonces
Joaquín Hinojosa esgrime su magnifica voz y su impresionante figura
en movimiento o en quietud al servicio de esos fonemas crípticos y
el ejercicio actoral exprimiendo coordinadas, subordinadas o
disertaciones grotescas sobre la copula del hombre y el caimán –como
dice mi amigo Alejandro, compleja alianza si se trata de sexo oral-
se convierte en un lujo para el espectador que tiene al alcance de la
mano a este gran actor respirando su sabiduría fraguada en muchos
escenarios que hace que la cadencia textual se aproxime al acto
teatral.
Y
como colofón, en un final agotador, la dirección alienta a que el
actor reflexione en un bucle de conjugaciones de pasados, presentes y
futuros sobre el amor y el deseo como principal vía de escape.
Apunta: Coral Igualador
El Umbral
de la Primavera C/ Primavera, 11.
Domingos de
noviembre, 13 hs
Dirección
y escenografía: Marta Timón.
Texto:
Carlos Atanes.
Actor:
Joaquín Hinojosa.
Voz
en off: Miguel Hermoso, Roberta Pasquinucci, Marta Timón.
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