Todo
está compuesto de sufrimiento
Cartel de la obra |
Fernando
Arrabal
Una
de las muchas paradojas que nos propone la vida es salir encantados
de ver una función teatral que provoca desasosiego, tensión e
inquietud.
Maravillosa
sensación, porque cuando se va a ver un espectáculo pedimos a
gritos que algo se nos mueva por dentro, que el objetivo de los que
nos agasajan con su actuación sea provocar sensaciones adecuadas a
lo que nos quieren transmitir, y puedo asegurar que El
Sótano lo consigue: mueve,
remueve, conmueve y te mantiene alerta durante los 70 minutos que
dura este magnifico texto de Josep
Maria Benet i Jornet que podemos ver en La
Pensión de las Pulgas.
Un
texto complicado de actuar, con claras reminiscencias pinterianas
en su diálogos y lleno de
matices diminutos, de giros donde los protagonistas saben o quizás
no saben, pero tantean con encogido respeto. Dos personas de las que
nunca sabremos sus nombres, pero que con pequeños pasos controlados
llegan a conocerse en sus más profundos sufrimientos, que es un
lugar donde la intimidad cobra una dimensión de cercanía.
Se
presenta como un trhiller,
ya que nos vemos inmersos en la descodificación de esos dos
personajes que dialogan desde un lugar terriblemente oscuro donde la
puerta está abierta a un misterio y una solución posible de él.
Pero todo va más allá de un misterio al uso, aunque la premisa sea,
en pariencia sencilla: un hombre llega a una casa de un pueblo
buscando a su mujer desaparecida hace tres semanas. Premisa sencilla
que cobra dimensiones de maestría en el cómo y el porqué de ambos
personajes: el marido y el dueño de la casa.
Ahora
bien, el libreto del catalán es genialmente inquietante y sutil,
pero por eso de las genialidades ponerle el cascabel al gato de la
interpretación y dirección ha tenido que ser una tarea cuanto más
laboriosa y eso se aprecia en cada uno de los pasos, palabras,
miradas, intenciones y emociones de Juan
Codina (el dueño de la casa con sótano) y Víctor
Clavijo (el hombre que busca a su mujer). Conseguir un ritmo
perfecto para esta función lo ha logrado con pericia de relojero el
alabado por la critica en su papel en El Misántropo: Israel
Elejalde. Como director también merece una gran ovación ya que
marca y profundiza en cada leve intención para convertirla con
tiento en un paso más hacia la angustia. Se le nota gran conocedor
de este texto complejo, ya que fue uno de sus intérpretes en el 2009
en el Circulo de Bellas Artes y un director que ha conocido desde
dentro a uno de sus personajes tiene mucho ganado para desentrañar
la dificultad con acierto y cordura.
Hablemos
ahora de los dos hombres que se encuentran y que nunca revelan su
nombre. Si bien el personaje que interpreta Juan Codina es complejo
en su versión de cínico contenido que oculta y desvela en una
constante baile de tensión, haciéndolo actoralmente con gesto
desenvuelto y matices de humor negro que se calza sin aparente
esfuerzo, el personaje que interpreta Víctor es una verdadera bomba
de pequeños y sutiles saberes y no saberes, culpas, ira contenida,
intenciones ocultas dentro de otras más ocultas y otras más,
tormentos y justificaciones de amor. Un papel complicadísimo que
con su espectacular voz y mirada entre inocente y perversa lleva a
cabo con la misma maestría que su director busca el ritmo y la
distancia entre ellos, aunque formen parte de un mismo engranaje.
En
algún momento probé a cerrar los ojos y escuchar la cadencia de sus
voces construyendo la historia. En esos momentos se obraba el milagro
que consiguen los buenos actores, poder ver a través de su voz los
gestos y las intenciones espaciales de cada uno. Me sentí como en un
relato radiofónico teatral, con esas dos voces generando una desazón
psicológica que me atrapaba y hacia me llevaba de un lado a otro del
pensamiento deductivo.
Extraordinaria
búsqueda del ser humano que indaga en ocultas necesidades fuera de
lo estipulado socialmente. Todos tenemos un sótano en algún lugar,
bajamos y subimos de él en la lucha interna de lo que no tiene que
ser y sin embargo nos eleva la adrenalina.
Dicen
los católicos en su Credo que Jesucristo descendió a los infiernos,
y esto lo explican como un plan de redención. El sótano es el
infierno pactado para los que no somos ni buenos ni malos, si no todo
lo contrario.
Descubran
qué se oculta en ese sótano negado y encontrado de estos dos
sublimes personajes, bajo una dirección impecable.
En
la Pensión de las Pulgas, los lunes de septiembre a las 22h. y los
martes a las 20.
Apunta: Coral Igualador
Ficha
artística
Autor:
Josep Maria Benet i Jornet
Director: Israel Elejalde
Director: Israel Elejalde
Ayte. dirección:
Toni García
Intérpretes: Victor Clavijo y Juan Codina
Intérpretes: Victor Clavijo y Juan Codina
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