Cartel de la obra |
El
encuentro casual de Santi y Celia en una carretera secundaria haciendo
autoestop determina el comienzo de una historia de amor a través de las miradas
de los protagonistas y de los acontecimientos históricos que les envuelven.
Santi quiere ser escritor, pero necesita huir, no sabe muy bien de qué —más
bien, no quiere decirlo y que se oiga—, hacia el sur. Celia, actriz, huye
también, pero en dirección contraria, al norte, donde el camino es más largo y
tiene más tiempo para perderse. Ambos están en un punto de la vida con un
futuro incierto y con un retorno a la nada. Y es allí donde no tienen más
remedio que enamorarse y comenzar un nuevo presente.
Así
comienza Jota Linares su obra Lo esencial
es invisible a los ojos. Así es como comienza y termina esta obra cíclica,
donde los lugares comunes de cualquier pareja actual se pueden ver
representados. Ese camino que atraviesan juntos a lo largo de los años. Un
camino llano, fácil, compartido que con el paso del tiempo se va inclinando,
complicando hasta que casi es imposible hacerlo en conjunto. Jota Linares ha
dotado a sus personajes de principios vitales contrapuestos —consigo mismos y
con respecto al otro— que hacen que sus vidas tomen una perspectiva distinta y,
en consecuencia, una actitud diferente frente a ellos y al mundo que les rodea.
Porque en esta pareja se refleja el tremendo error del ser humano cuando se
enamora: dejar de lado tus aspiraciones para después vivir arrepentido,
enfermo, tóxico… Celia deja todo de lado para ceder a Santi la posibilidad de
llegar a lo más alto, intelectual y artísticamente. Deja su carrera, los
posibles cambios que acontezcan y con ellos sus ilusiones, por lo tanto,
frustra su persona convirtiéndose en una infeliz incapaz de ver un mundo ajeno
en sintonía. Y aguanta, como puede, pero aguanta —¡error!—. No hay nada más
nocivo para una pareja que el sucumbir a tus propias metas, el dejarse llevar
por la vorágine de falsos sentimientos que despiertan para justificar el
abandono propio. Y sí, aunque a los ojos lo esencial sigue siendo invisible, en
la realidad ese peso de la invisibilidad se lleva todo por delante y lo
destruye, porque no solo de estereotipos sentimentales vive el hombre. Y al
final, cuando ya todo se ha desgastado y corrompido, cuando se ha amado y
odiado a parte iguales, cuando has dejado de comprender las acciones del otro, huyes
de nuevo al punto de partida como si lo anterior no hubiera sucedido.
Las
conversaciones de Santi y Celia llegan a ser esas aburridas charlas de pareja
de «tenemos que hablar» en las que al final sales peor parado de lo que
empezaste. En las primeras por las tontunas que se dicen en los primeros meses
y en el resto porque ya todo suena a dicho y repetitivo, todo es una discusión
sin entendimiento posible.
El juego
interpretativo de los actores es realmente bueno. Se puede ver en cada uno ellos
un cambio sustancial de personalidad según transcurre la obra. Quizá no en lo esencial
de cada uno, que probablemente siga intacto, pero sí en su actitud con respecto
a los acontecimientos, tanto vitales como históricos.
Para la
escenografía se han utilizado elementos bastante básicos y reutilizables que
sirven para todas las escenas. Un juego de alfombras en el centro del escenario
simula el trozo de asfalto de la carretera así como el suelo de la habitación,
lugares donde se desarrolla toda la acción. Algo metafórico, a mi parecer, ya
que las alfombras tienen ese punto acogedor, caliente, como de estar en casa.
Sin embargo, cuando más escondidas están es en las escenas del hogar y a la
vista total en las escenas de carretera.
La sala Nave 73 acoge la obra de Jota Linares todos los sábados y domingos hasta el 30
de marzo a las 20h. No pierdas tiempo en coger tus entradas porque se llena.
«He aquí
mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien;
lo esencial es invisible a los ojos». El
Principito.
@vir_casanova
Ficha técnica y artística
TEXTO Y
DIRECCIÓN: Jota Linares
REPARTO: Eduardo Ferrés y Reme Gómez
COMPAÑÍA: Sibila Teatro en colaboración con
Ansiolíticos, por favor.
AYUDANTE
DIRECCIÓN: Lydia Ruiz
ESCENOGRAFÍA:
David Pizarro
ILUMINACIÓN:
Chon López
PRODUCCIÓN:
Lydia Ruiz y Ceci Bracconi
VESTUARIO:
Paco Anaya
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