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Cartel de la obra |
Elsinor
es un centro psiquiátrico de aspecto ─imaginamos─ penoso,
oscuro, triste, frío, donde las risas y llantos se mezclan formando
una amalgama de sonidos casi insoportables. Ophelia ha sido recluida
ahí por sus problemas alimenticios. Ophelia no quiere comer pero sí
morir y cree que está en su derecho. Tiene 25 años, anorexia,
bulimia y un par de muñecas tocadas por la tajante suavidad de la
cuchilla. Ophelia está sola, aunque siempre acompañada por esos
fantasmas pasados, por esas literarias Ophelias que amaron a ese
Hamlet de destino sentenciado. Esas Ophelias-niñas de tristes
semblantes, azotadas por la muerte prematura de una locura de amor o
de un desamor enloquecedor. Ophelia y sus fantasmas encerrados en un
Elsinor paralelo del que quieren escapar como quien escapa de su
prisión; quizá de sus destinos marcados por la derrota.
Arturo
Turón regresa a la escena componiendo y dirigiendo su drama
Ophelia.
Nos lo presenta en Nave
73
para la III Muestra de Creación Escénica-Surge Madrid 2016. Para
esta ocasión Arturo Turón nos sumerge en un mundo casi onírico
donde la realidad y la ficción se rozan casi hasta la confusión.
Del mismo modo que en su anterior trabajo Alma,
Turón hace que las escenas pasen de una manera lenta, donde los
silencios y las palabras tienen una misma cabida para crear ese
intimismo. Dota a sus personajes de una pesadumbre interior
transmitida por la flaqueza de sus miradas. Crea escenas tocadas, en
muchos momentos, por los ritmos poéticos de la danza y una coral
perfecta de movimientos.
Hacen
las actrices y el actor un muy
buen trabajo de gestualidad corporal y un duro pero pulcro trabajo de
interiorización para adaptarse a estos personajes en constante
conflicto interior, apesadumbrados y, a ratos, aletargados donde el
sufrimiento acoge nada bueno ni augura futuridad.
La
escenografía se compone de pocos elementos pero bien dispuestos y
aprovechados. El juego de luces de claro al oscuro, del frío al
cálido, son un acierto en la transición de las escenas ya que
ayudan al espectador a situar a los personajes en la realidad-ficción
o viceversa. Un tanto igual con el espacio sonoro, lleno de ruidos
y soniquetes que envuelven la cabeza de locura o te crean una tensa
tranquilidad con la banda sonora elegida, como siempre un acierto.
Por
decir un contra ─totalmente reemplazable por un pro─ hubiera
necesitado un tono más elevado en la dicción de alguno de los
personajes. Es cierto, que al ser escenas tan profundas y personales,
requieren un tono débil pero, desde la última fila se puede perder
la claridad de un texto tan poco fácil en escenas tan interesantes.
No
digo más que el estreno fue un lleno a rebosar y seguro que lo
seguirá llenando. Las horas de visita a Ophelia son los sábados de
mayo a las 20h.
…Una
trama de oros grises,
un
ensueño de hilos blancos,
gnomos,
sátiros, Ofelias,
voces
vagas, ojos trágicos.
-¿Una
mujer blanca, una
mujer?
¿Es Flérida, es Gloria,
es
Ofelia?... Nada… Llueve…
los
árboles hablan… Sombras….
Juan
Ramón Jiménez
Apunta:
Vir Casanova
Dramaturgia
y Dirección: Arturo Turón
Ayudante
de Dirección: Lydia Ruíz
Elenco:
Andrea Dueso, Laura Aparicio, Elena Martínez, Laura de la Isla y
Julio César Santos.
Diseño
de Iluminación: Jon Corchera
Técnico
de Iluminación: Eva Marcelo
Escenografía:
Nada en la nevera
Vestuario:
Andrea Dueso
Sonido:
Esteban Ruíz
Coreografía
y Cuerpo: Clara Méndez Leite
Fotografía:
Sergio Lardiez
Producción:
Eva Marcelo
Producción
Ejecutiva: Nada en la nevera
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