Cartel de la obra |
Lo mejor
que te puede pasar cada vez que asistes a una función de teatro es que salgas
con la sensación de que lo que has visto merece la pena. Y si además el espacio
acompaña, mejor que mejor. Esto es lo que nos ha pasado en la Nao 8, un nuevo
espacio teatral en el que te sientes como en casa. Pues bien, nuestro debut en
la Nao lo protagoniza Lady Turbio. No
os dejéis engañar por las apariencias, no todo es lo que parece, es sublimemente
mejor de lo que parece.
José
Luis Marín, nos acerca a la vida de este personaje del que no sabemos si es
hombre, mujer o alegoría. Ni la barba, ni los pendientes de infarto ni el corsé
que luce (que ya lo quisiera para mí) nos distrae de lo verdaderamente
interesante de la función, el texto. Es cierto, como decía Heidegger, que «el
ser se muestra ocultándose». Y esto es precisamente lo que sucede en (y con) Lady Turbio. Toda la estética romántica y siniestra con la
que se disfraza Lady y su circunstancia no es más que eso, una forma de esconder
todo el torrente vitalista que es este personaje. Esta forma de mostrarse (desde el nihilismo positivo) es solo un artificio, porque bajo la aparente invocación a lo oscuro y
siniestro se rebela por debajo, como un palimpsesto, todo un texto vitalista,
plagado de humor y ternura que podíamos titular como «canto a la vida». La lucha
de contrarios parece ser el leitmotiv de
toda la función: cómo llegar al odio por el amor, como sobreponerse a la
muerte (no tiene que ser física) cantando a la vida, cómo ser lo que uno es a
pesar de uno mismo...
El
relato que sale de las entrañas de José Luis es un discurso universal.
Salpicado de mucha ironía, mucho humor y su particular forma de contarnos su
personalísima historia, Lady-José Luis se sumerge en los grandes temas de la
vida: el amor, la necesidad de encontrarse en el otro, el miedo, el fracaso, la
búsqueda de la felicidad, la aceptación, el deseo de volver a ser lo que se era…
Todo esto y más es Lady Turbio, un algo más que es incomunicable y que está
vinculado con la forma íntima en la que José Luís nos acerca el relato. Un
monólogo que se llena de invitados, de voces distintas desde la sola voz de
Marín y de canciones… un monólogo que nace como un grito desde lo más profundo,
no ya de Lady o de José Luis sino que su testimonio traspasa la frontera personal para
alojarse en ese lugar que compartimos todos los hombres y mujeres, en ese
consciente-inconsciente colectivo que es el que nos lleva a preguntarnos por el
dolor, por cómo se gestiona el dolor; que nos obliga a buscar las formas con las
que negociar con el miedo sin que nos paralice.
Y es ahí donde llega la
verdadera catarsis, la solución final, del espectáculo y de la lección (si es
que acaso hubiera algo de eso) que nos llevamos al acabar la obra: el miedo,
el dolor, el odio se gestiona con humor, con dos cojones y con ganas de comerse
el mundo.
A la
vida solo se la combate con más vida. Y cuanto más perra, y cuanto más felices, mejor.
Apunta: Conchita Piña
Ficha artística:
Texto, dirección e interpretación: José Luis Marín
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