«Todo
nuestro mal proviene
de no poder estar solos».
Jean de La Bruyère
de no poder estar solos».
Jean de La Bruyère
(Escritor
y moralista francés.XVII)
Apagan
las luces de la sala en La casa de la portera. Se hace el negro para
que María nos muestre su vida en blanco.
Realmente
el regalo no se llama María, el personaje que interpreta Ana Rayo,
el regalo se llama Ana Rayo: la
actuación de Ana Rayo es el verdadero presente que nos agasaja con
su interpretación con taza de te, desmaquillándose, caminando hacia
detrás o haciéndose invisible.
Y
es más, es tan brutal lo que hace a poca distancia de cada uno de
los que la contemplamos que te mantiene la atención y la emoción
siguiéndola en su monologo de mujer sola; el personaje de María es
una mujer redundante de soledad.
La
vida en blanco, escrita y
dirigida por José
Manuel Carrasco no se puede considerar técnicamente un texto
teatral, más un monologo narrativo de alguien que domina lo
audiovisual y que intenta plasmarlo en teatro jugando en una delgada
línea en la que la falta de cámaras no significa subrayar frases.
Eso sí, agradecí estar en teatro y no en cine porque como publico
pude sentir el olor y el caminar ligero de esta gran dama teatral que
con tanta elegancia actoral interpreta a María.
María
es la descripción de un personaje escrita con un análisis profundo
de cada uno de los pasos que se han de dar para crear un personaje:
antecedentes, miedos, razones ocultas, etc.
Un
texto a la medida de una actriz, pero que más que texto dramatúrgico
con giros que avanzan en una narración, es la creación de un
personaje durante una hora.
Me
gustaría ver a María enfrentada a una historia con otros
personajes. Me quedó esa curiosidad porque si José Manuel Carrasco
construye así a los personajes con su escritura y su dirección,
considero que si los mezcla con otros personajes con ese calibre de
construcción detallada estoy segura de que el resultado será una
historia muy, pero que muy interesante. Espero poder verlo en breve.
El
conflicto esta en el personaje, no existe conflicto externo. Narra
secuencialmente sin llevarte sorpresas. Perdón, sí que hay
sorpresa: para mí la interpretación de Ana Rayo.
Lo
que escribe José Manuel nos remite a frases magnificas, metáforas
y referencias a lo cotidiano que son de esas que uno anota en su
libreta para luego colgarlas en Facebook o en twitter o guardárselas
en su memoria para reflexionar por las noches. Que no se lleve a
equívocos, no tiene ningún ápice de ironía lo de colgarlas en las
redes sociales, no lo escribo como peyorativo, sino como una
observación de lo que sucede en esta tecnología de escaparate
social, ya que ahí hacemos publico nuestros anhelos más internos
demostrando lo que deseamos y quienes somos, aun ocultos por lo frío de un muro de pantalla de ordenador.
En
el texto se echan en faltan paraqués
y porqués
de lo que cuenta, pero quizás solo lo narre para que la escuchemos,
y con ello nos escuchemos por dentro.
En
esta salón de barroquismo moderno, que es La
casa de la Portera, podemos ser mirones activos y vívidos de la
desnudez de la confesión de María, la sola que no quiere estarlo.
Levántense un rato de sus sillones frente a la pantalla y vayan a
cotillear de cuerpo a cuerpo lo que les cuenta María de su madre, de
su niñez o de su novio en Vespa.
Prueben
a ser unos cotillas de la vida de María: un gran personaje. Van a
disfrutarlo y sobre todo a sentirlo. Durante una hora escuchen y
disfruten de esta actriz que tiene tanto que mostrarnos de su
personaje. Quizás sea su personaje estrella, pero eso da un poco
igual, es tan estrella que brilla por todos los poros de su piel
actoral.
Texto
y dirección: José Manuel Carrasco.
Interpretación:
Ana Rayo.
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