Cartel de la obra |
Ya
nuestra intimidad
es tan inmensa
que la muerte la esconde
en su vacío
quiero que me relates
el duelo que te callas
por mi parte te ofrezco
mi última confianza.
es tan inmensa
que la muerte la esconde
en su vacío
quiero que me relates
el duelo que te callas
por mi parte te ofrezco
mi última confianza.
M.
Benedetti
He
visto y sentido a cuatro personajes con sus pies calzados sobre una
alfombra de tierra. He percibido detrás de esta sencillez escénica: inteligencia, veracidad, humildad, generosidad, profesionalidad,
talento…¡Maestría!
He
aquí al maestro de ceremonias, al director de Intimidad:
Iván Ruiz Flores.
Señores y señoras, ¡ésta es su primera obra de teatro! (Aunque ya
ha demostrado su buen hacer en el cine).
Iván
es maestro en narrar historias con la originalidad de la sencillez,
es decir en buscar la esencia, el origen profundo y tratarlo como si
fuera lo más simple del mundo. Por ello me atrevo a llamarle
maestro.
El
crea cuatro personajes sin nada más que las partes de la historia
que ellos conocen y no confiesan. Eso que no decimos, los
sentimientos a los que no ponemos palabras o las palabras que se
escapan en un acto de confianza intima.
Me
remito a las palabras del uruguayo en su poema para referirme a lo
que comulga el público en esta obra de teatro original y sabia: el
relato del duelo que se han callado y que ahí, sobre la tierra, han
ofrecido contar al espectador.
En
el escenario un conjunto de titanes de la actuación: Rikar
Gil, Carmen
Mayordomo, Claudio
Sierra, Nahia
Láiz. ¡Qué placer verlos reunidos¡ ¡Qué lujo poder compartir
con ellos a estas personas a las que dan vida! Porque en intimidad
son cuatro personas relatando, no son meros personajes, aunque
realmente lo son. Aquí radica la dificultad del actor: en mentir tan
bien que todos crean que es verdad. En crear personas con el tuétano
al aire, dentro de personas que los interpretan.
Pitágoras
descubrió que existía una relación numérica entre tonos que
sonaban armónicos. Pitágoras relaciono las matemáticas, la medida,
con la música. En
Intimidad todo es armonía, y para que esa armonía se cree desde el
más pequeño detalle está combinado desde una medida que se hace
precisa al que se sienta a contemplar esta obra.
No
hay que perder detalle de los movimientos de los actores, pequeños,
reales, dirigidos y sentidos.
De
la razón de la escenografía y la luz.
De
los giros de escuadra y cartabón que da este texto lleno de «trampas» inteligentes.
De
la «no» música y de la musicalidad orquestada desde palabras
cotidianas.
Cuánta
sabiduría deja fluir la dirección. Cuánta sabiduría en los actores
y actrices.
Tras
ver Intimidad,
de nuevo me hierve la necesidad de politizar sobre el tema de la
cultura y de la sociedad en general. Tomo otra vez conciencia de que
se puede hacer algo diferente, se puede luchar cuando veo la
resistencia activa de: actores, espacios, directores, escritores,
técnicos luchando con las herramientas que poseen; las artísticas.
Ante
tanta sin razón con la que nos quieren unificar la palabra y el
pensamiento para convertirnos en consumidores de la ignorancia, hay
muchas
personas que no se quedan calladas, que se mueven desde lo que hacen
poniendo su gota de agua a un océano de esperanza. Son
constructores activos de cultura y de pensamiento libre.
Dignifiquémoslos como se merecen.
De
nuevo, una gratísima sorpresa como espectadora sentada en los
sillones de la Sala Tú, que ha estrenado semejante joya creativa.
Espero
que ustedes también se la lleven.
En
mitad de semana, los miércoles a las 20:30, déjense sorprender por
Intimidad.
El arte y la sorpresa nos devuelven la ilusión.
Sala
Tú C/ Velarde, 15
Dirección
y texto: Iván Ruiz Flores
Producción:
Aunir Creativos Audiovisuales.
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