Como todo buen aficionado al teatro debe ir al menos una vez en su vida a ver Yerma, os animamos a que asistáis al montaje que el teatro María Guerrero acoge hasta el 17 de febrero. De la mano de Miguel Narros asistimos al encuentro de su particular Yerma en la piel de Silvia Marsó. Destacar fundamentalmente, el trabajo de iluminación que recrea maravillosas fotografías en escena. Todo esto acompañado por las canciones que Enrique Morente creó para el espectáculo y una escenografía que pone en imagen (árboles secos y tierra agrietada) el drama de la protagonista y la poesía que sigue destilando, después de tantos años, el texto de Lorca.
La interpretación actoral, salvando algunos momentos en los que los
personajes se salen del plano más realista, consigue emocionar
muchas veces e incluso, en algunas de las escenas que se dan en torno
al río, nos arrancan alguna sonrisa; será porque el río es el
único elemento de la obra que simboliza la vida, la esperanza o la
posibilidad de salida, aunque finalmente descubramos que el mismo
lugar en el que la vida fluye es, paradójicamente el lugar de la
muerte, el lugar donde la tragedia se materializa.
Además cuenta con el aliciente de ver a la hija de Enrique Morente, Soleá, cantando en escena. Y como anécdota la estúpida polémica en torno al cartel que la empresa Madrid City Tour de autobuses turísticos recomendó retirar por que salía representado el vello púbico
Además cuenta con el aliciente de ver a la hija de Enrique Morente, Soleá, cantando en escena. Y como anécdota la estúpida polémica en torno al cartel que la empresa Madrid City Tour de autobuses turísticos recomendó retirar por que salía representado el vello púbico
En definitiva, una buena obra si lo que se quiere ver es un «lorca»
en su sentido más clásico.
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