Cartel de la obra |
Nos
sentamos en la última fila del Teatro
Galileo, como Claudio, El
chico de la última fila
de Mayorga y entre apuntes de filosofía y matemáticas asistimos a
una obra de teatro total, una lección de escritura, tanto por lo que
cuenta la obra, como por la obra misma. El texto es un ejercicio de
dramaturgia casi perfecto, no diremos perfecto por eso de la
superación de la escritura por la escritura, pero nosotros
saltándonos la prudencia le ponemos un 10. El
chico de la última fila
es una historia trabada al detalle que nos habla sobre el punto de
vista, y eso es lo que vemos en la obra. Los espectadores somos esos
privilegiados que podemos asistir al encuentro con la realidad desde
todos los lugares. Un privilegio completamente imposible en la «vida
real», pero para eso esto es teatro. Y así somos testigos casi
divinos de la relación que un chico tiene con el mundo: con su
familia —que apenas se apunta—, con su compañero de clase con el
que intercambia matemáticas por filosofía (¡qué diría Pitágoras
de esto!), con la familia del amigo, y lo más interesante, con su
recién nacida relación con la escritura y con su mentor, un
profesor de lengua y literatura, que añora en todo momento ser o
haber sido «el chico de la última fila» y que nos muestra un
pedazo de su vida tamizada, también, a través de las letras. Un
retrato literario y metafórico en el que Mayorga, Juan Mayorga, nos
expone cómo nace al mundo el escritor y cómo ese mismo escritor
transforma la realidad para convertirla en algo bello, en un relato
que pueda ser contado, en una historia que pueda relatarse a sí
mismo o en una fábula que pueda trasmitir a los demás.
La
compañía La Fila de al lado,
con Víctor Valasco a la dirección, es la encargada de armar en
escena toda esta arquitectura y lo hace de forma brillante en un
montaje que pone de manifiesto la posibilidad del «verlo todo». Una
gran mesa de color verde pupitre de instituto nos anuncia de qué va
la obra. En ella, alrededor de ella y sobre ella se estructuran a la
vez de forma muy teatral —y muy acertada a nuestro parecer— todos
los espacios en los que transcurre la obra: la casa del profesor y la
galería de arte en la que trabaja su mujer; la casa de Rafa, el
compañero de clase y por último el aula. El juego al que nos
invitan a participar está marcado por unas candilejas muy
especiales: flexos, lámparas de pie..., que los actores encienden y
apagan a ritmo de escena y que iluminan, también de forma poética,
los espacios íntimos e interiores de estos personajes a los que nos
asomamos como si fuéramos James Stewart en la Ventana indiscreta.
No
os la perdáis, están en el Teatro Galileo. Es una gran obra,
interpretada y dirigida con una intuición teatral y una sensibilidad
extraordinarias.
No os saltéis esta clase que me han dicho que pasan
lista.
Podeís encontrar el libro en versión papel aquí
Ficha
del montaje
Obra:
El Chico de la Última Fila
Autor:
Juan Mayorga
Dirección:
Víctor Velasco
Reparto:
Germán:
Miguel Lago Casal
Juana:
Olaia Pazos
Claudio: Oscar Nieto San José
Rafa:
Sergi Marzá
Rafa
Padre: Rodrigo Sáenz de Heredia
Ester:
Natalia Braceli
Escenografía:
Israel Muñoz & Victor Velasco
Música:
Ernie Motor de Cactusound
Iluminación:
Eduardo López & Eduardo Vizuete
Construcción
Utilería :Carmen Perezluco
Prensa:
Sergi Marzá
Producción
Ejecutiva: La Fila de al Lado
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