Cartel de la obra |
Es
maravilloso asistir al teatro y descubrir que lo que uno ha visto va
más allá de una mera representación. Ir así al teatro es como
disfrutar, a la vez y dos veces, del mismo espectáculo. Esta
sensación nos la ha producido El crítico de Juan Mayorga.
Bajo
la aparente forma de una estructura dialógica, que en verdad se
sustenta en maravillosos parlamentos de los actores (Pere
Ponce y Juanjo Puigcorbé), Mayorga pone en las
tablas el conflicto de la escritura. Una obra que reflexiona sobre
los límites, «la verdad» en los procesos creativos y la función
del teatro como arte que refleja la vida. A través de la figura de
dos personajes —el autor y el crítico—, se nos revela la
importancia y la responsabilidad de un autor frente a su obra y la
necesidad de un otro, espectador y crítico, que reciba y tamice lo
que el autor quiere trasmitir.
O
eso parece.
Porque
esta es la excusa que pone el autor para presentarnos un conflicto que
va más allá del hecho artístico-creativo. A través de esos dos
personajes se pone en tela de juego las relaciones de poder desde una
óptica filosófica sustentada en la dialéctica del amo y el esclavo
de Hegel. Una relación de poder (la que presenta el crítico ante el
autor) que se estructura en torno al concepto de lucha (traído metafóricamente a la
escena a través del argumento de la obra que se cuenta dentro de la
obra: la vida de un boxeador). El escenario se nos muestra entonces
como un ring en el que se debate la necesidad de aprobación de uno
por el otro, la necesidad de reconocimiento que viene dado desde el
otro, desde lo que uno no es. El crítico solo será crítico si el
autor sigue siendo autor tal como es, con sus propias
particularidades, precisamente, porque esas mismas particularidades
son las que toma el crítico para posicionarse como tal. A través de
esa lucha dialéctica por la vida y el reconocimiento del yo desde el
otro, los personajes se enfrentan, se configuran y se consolidan en
una trama que desdibuja los límites de la realidad y lo teatral.
Esta dialéctica hace que la obra se convierta, además, en un ensayo reflexivo sobre la función de la crítica en el mundo del arte en general y del teatro en concreto. Sigue, en esta línea, el estilo de Oscar Wilde en El crítico como artista, donde se expone que la crítica es independiente del objeto que critica y no está necesariamente sujeta al mismo, considerando el hecho crítico como algo valioso en sí mismo.
Mayorga nos presenta una obra metateatral –otra más en la cartelera madrileña– en la que se trasluce un drama intelectual de alta calidad literaria. En resumen, una obra de contenido muy bien llevada a escena tanto en dirección a manos de Juan José Afonso como en recursos escénicos.
Esta dialéctica hace que la obra se convierta, además, en un ensayo reflexivo sobre la función de la crítica en el mundo del arte en general y del teatro en concreto. Sigue, en esta línea, el estilo de Oscar Wilde en El crítico como artista, donde se expone que la crítica es independiente del objeto que critica y no está necesariamente sujeta al mismo, considerando el hecho crítico como algo valioso en sí mismo.
Mayorga nos presenta una obra metateatral –otra más en la cartelera madrileña– en la que se trasluce un drama intelectual de alta calidad literaria. En resumen, una obra de contenido muy bien llevada a escena tanto en dirección a manos de Juan José Afonso como en recursos escénicos.
No
os la perdáis es una buena clase de filosofía práctica entretenida y crítica.
Hasta el 10 de marzo en el Teatro Marquina
Martes,
Miércoles y Jueves: 20:30 Horas
Viernes
y Sábado: 19:00 Horas y 21:00 Horas
Domingo:
19:00 Horas
FICHA
Reparto:
Juanjo
Puigcorbé
Pere
Ponce
Autor:
Juan Mayorga
Director:
Juan José Afonso
Escenografía
y Vestuario: Elisa Sanz
Diseño
de iluminación: Carlos Alzueta Bengoetxea
Diseño
de sonido: Raúl Bustillo
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